Los primeros obstáculos
por Verónica Martínez
Cuando uno empieza a entrenar Kung Fu se da cuenta de que su estado físico puede mejorar muchísimo. Esto pasa para las personas que antes no hacían deporte, que son la mayoría de los casos de alumnos nuevos. Y fue mi caso también en su momento, cuando empecé hacia fines de 2004.
En mi caso también, quizás por ser mujer, cuando me decidí finalmente a ir a una clase de prueba, me dio miedo. «¿Y si me pegan?», pensé, «Yo devuelvo», me respondí.
Después me di cuenta de que yo no era algo excepcional, y que la mayoría de la gente, sea varón o mujer, tiene estos pensamientos.
El miedo hace que uno esté tensionado, nervioso, respirando mal, moviéndose sin control y enfocando la fuerza donde no debe, y además provoca que el oponente devuelva los golpes. Y uno termina exhausto, por supuesto, ¡ya de sólo leerlo uno se agota!
Por todo esto, al principio uno se siente muy duro. Los ejercicios de elongación duelen, los aeróbicos cansan, uno siente que se queda sin aire, los golpes no tienen fuerza o al contrario, uno les pone toda la fuerza de la cual es capaz, se agota y encima termina todo golpeado, las patadas llegan a la cintura del oponente en el mejor de los casos, y en fin ¡para qué seguir enumerando!
Estas molestias acompañadas por la falta de tiempo, el cansancio normal del día y el deseo de hacer algo de menor esfuerzo (como mirar la tele, por ejemplo) hacen que uno tire la toalla demasiado rápido. Además, uno suele ver a los otros alumnos que son mejores y se siente «un pichi». Hasta acá, más que un deporte parece una tortura. ¡Pero no hay que desesperarse! Es una etapa de aprendizaje que hay que superar, por la que todos pasamos. Y hay que saber que después de esta etapa vendrá otra que también habrá que superar.
Porque uno de los beneficios del Kung Fu es eso, una mejora y una superación personal constante. A medida que uno no baja los brazos y sigue entrenando empieza a notar las mejoras, en todos los niveles. Mejora la elongación y la resistencia, el miedo desaparece y es increíble lo bien que se siente uno viendo que llega a tocarse los pies, o a hacer cualquier otra cosa que antes no podía. Pero por supuesto que mejorar lleva su tiempo. Otro de los beneficios del Kung Fu es que desarrolla la paciencia, enseña que no sirve de nada apurarse y que todo llega en el momento perfecto en que tiene que llegar.
Estos puntos dichos arriba, mal estado físico, miedo e impaciencia, son los primeros obstáculos que se deben superar. Y es difícil superarlos. Tan difícil es, que el 50% (o quizás más) de los ingresantes no llega al año de práctica. Pero seguir entrenando trae muchos beneficios más. Beneficios que uno nunca se imaginaría. ¡Por eso hay que hacer el esfuerzo!
Hay que incrementar la fuerza de voluntad y vencer las ganas de no hacer nada. Después de todo, es algo que uno hace por uno mismo. ¿Quién va a cuidar mi salud si no soy yo? Hay que proponerse algo y hacerlo, es así de simple.
Y la impaciencia es un gran enemigo. En estos tiempos la costumbre es la satisfacción rápida y la comodidad. Hay una tendencia a querer obtener todo sin esfuerzo y aburrirse rápido, pero esto no es real. No existen las soluciones mágicas. Por desgracia, somos como niños que se frustran si no consiguen YA lo que quieren. Tenemos que aprender a ser pacientes y entender que lo real y lo importante lleva su tiempo.
Superar estos obstáculos es muy importante, porque ninguno de ellos es físico. Es nuestra propia mente la que nos pone los obstáculos, la que nos hace pensar «¡Ah, pero ya hice 3 clases y no soy Jet Li!» o «¿Cómo que todavía no puedo aprender armas?». Nuestro primer obstáculo somos nosotros mismos.
Superada la primera etapa, se domina la propia mente. Uno esta más relajado, no tiene más miedo ni espera resultados automáticos y eso permite entrenar mejor, enfocarse en el propio cuerpo, respiración, movimientos. Uno empieza a exigirse mejor físicamente y a conocer los propios límites. Eso permite ver los progresos.
El entrenamiento ya empieza a formar parte de la rutina diaria. El cuerpo se acostumbra tanto que se siente pesado sin hacer ejercicio. El kwoon (lugar de entrenamiento de artes marciales chinas) es un lugar agradable, donde no hay estrés, uno va a su propio ritmo y todos están de buen humor, por eso dan ganas de ir. Además uno sabe que hace bien a la salud, relaja, despeja, descarga tensiones, aprende siempre cosas nuevas. El Kung Fu nunca se agota y a medida que uno progresa, el Kung Fu progresa con uno. En Kung Fu siempre se avanza, y eso da fuerzas y ganas de seguir adelante.
El que conoce a los demás es sabio.
El que se conoce a sí mismo es iluminado.
El que vence a otros es fuerte.
El que se vence a sí mismo es poderoso.
Lao Zi
Verónica Martínez, alumna del Sifu Martín Ugarte – Núcleo Belgrano
Junio de 2009