Nunca es tarde
por Mónica Martínez
Sabemos que los niños son naturalmente espontáneos, alegres, fantasiosos, armoniosos, flexibles…
El crecimiento y múltiples situaciones vitales y emocionales van limitando, coartando en mayor o menor medida estas características, y mucho más al llegar a la adultez.
No obstante, mi experiencia fue distinta: alrededor de mis 32 años, por indicación médica para combatir mi sedentarismo y escasa resistencia física, comencé a caminar, luego a correr y a tomar clases de gimnasia localizada y aeróbica (coreográfica, step, etc.) con constancia e intensidad porque disfrutaba del beneficio emocional agregado de descargar tensiones, divertirme, saltar… jugar. Ante tal explosión de actividad fue evidente la necesidad de incrementar los escasos ejercicios de estiramiento con que concluían estas clases a tal efecto y con la ayuda de algunas indicaciones de mis profesores y especialmente con un libro básico de yoga, decidí mejorar mi capacidad de elongación que era normal, como la de todos. Me avoqué a ello con constancia, disciplina, paciencia y un cuidado respetuoso hacia mi cuerpo.
Desde entonces y hasta mis actuales 54 años he logrado un aumento progresivo, y bastante amplio de mi elongación (ya sabes… el límite en nuestros deseos y logros lo ponemos nosotros mismos)
Por eso quiero compartir contigo lo que hice y hago para lograrlo porque si fue bueno para mi, puede serlo para ti.
- Ni bien finaliza la actividad física es el momento óptimo para elongar porque los músculos aun están “calientes” por el trabajo realizado. Tomo un mínimo de 5 minutos (y cuánto más tiempo, mejor) para elongar los músculos, aquietar el cuerpo y disponerme a continuar con mis actividades diarias.
- Es muy importante estar concentrado, conectado y atento al propio cuerpo, sintiendo qué músculos fueron más exigidos y/o están más contracturados, rígidos y doloridos.
- Utilizo la muy efectiva técnica de elongación de yoga, a través de posturas estáticas (asanas) acompañadas de una respiración profunda. Estas posturas deben ser cómodas, estables (sin movimientos bruscos ni rebotes) y disfrutables, reconociendo la sensación de estiramiento muscular que es de una intensidad mucho menor del dolor. No debe existir dolor ni molestias y si así fuese no debe interrumpirse el ejercicio de elongación, sino simplemente disminuir su intensidad hasta que sea cómodamente tolerable y/o modificar un tanto la postura. Debe avanzarse hacia la postura final con suavidad, paciencia, tiempo, sin autoexigencia extrema ni competencia consigo mismo u otro, y respetando nuestro estado físico-emocional del momento ya que todo se refleja en el cuerpo (descanso, agotamiento, ansiedad, angustia, miedos, preocupaciones)
- Todo el cuerpo debe estar lo más relajado y plácido posible (no sólo el músculo que se esté alongando), por ello, es muy importante que la respiración sea lenta y profunda aprovechando el momento de la exhalación y el mayor peso del cuerpo relajado para profundizar el estiramiento. Esto nos permite trabajar solos, y evitar así el posible riesgo de un pequeño desgarro de fibras musculares por el excesivo y/o brusco empuje de quien quiera ayudarnos.
- Cada postura debe mantenerse un mínimo de 20 segundos, pero a mayor tiempo es mayor la distensión muscular progresiva y por lo tanto mayor elongación.
- La práctica debe ser continua, disciplinada y comprometida y así podrá disfrutarse de múltiples beneficios físicos. El músculo se desintoxica de los desechos fisiológicos por el esfuerzo realizado y mejora su oxigenación, recupera su largo normal, combate la fatiga, la rigidez muscular y articular, los dolores, calambres y contracturas. Pero en el área emocional tiene un importantísimo efecto: “Yoga” significa “Unión de cuerpo y mente” y en la media en que comienzas a aquietar y a tener conciencia de tu cuerpo, comprobarás que tu mente también comienza a desacelerarse, relajarse y desconectarse por un momento del ritmo alocado de tus pensamientos, preocupaciones, angustias y miedos. Y así como aprendiste a reconocer la rigidez de tu cuerpo, te será más fácil reconocer y ser conciente de tus emociones y sus efectos. Vale la pena ¿no?
¿Cuál es mi apuesta actual, mis deseos, mi inversión en salud y calidad de vida?
Lograr un cuerpo sin edad y una mente sin límites (tal como titula Deepak Chopra en uno de sus sabios libros) pero con la espontaneidad, frescura y alegría de los niños.
Mónica Martínez, instructora de Taijiquan – Núcleo Belgrano
Abril de 2009
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